ESTACIÓN
Hace mucho
que no sueño con trenes
ni estaciones
en donde quedarme.
Las palomas detienen
su vuelo.
Se alimentan.
Beben el
agua sucia de las alcantarillas.
El viento
desmantela sus nidos.
Grave
la ciudad se
acuesta en el atardecer
a orillas
del río,
al final de
la calle.
Cada tramo
de asfalto
guarda un
corazón empedrado
y cada
esquina, una glicina en llamas.
Aroma con
jadeo de infancia.
Tal vez…
Tal vez ahí
me esperen
los trenes.
Ana María Alday